En los últimos años, los llamados superalimentos han inundado el mercado prometiendo beneficios casi milagrosos para nuestra salud. Chía, quinoa, bayas de goji… Productos que viajan miles de kilómetros hasta nuestras despensas y que, irónicamente, consumimos en nombre de la salud sin considerar el impacto ambiental que generan.
Como nutricionista, siempre recomiendo basar nuestra alimentación en productos vegetales por sus innumerables beneficios tanto para nuestra salud como para el planeta. Pero dentro de esta alimentación vegetal, ¿es necesario consumir productos importados cuando tenemos alternativas locales igual de nutritivas? Veamos algunas opciones que, quizás, ya tengamos más cerca de lo que pensamos.
Semillas de lino: la alternativa local a la chía
La chía, proveniente principalmente de México y países de Sudamérica, se ha popularizado enormemente por su contenido en omega-3, fibra y proteínas. Sin embargo, las semillas de lino cultivadas en España presentan un perfil nutricional similar e incluso superior en algunos aspectos:
- Omega-3: El lino contiene más ácido alfa-linolénico (un tipo de omega-3) que la chía (un 23% frente al 18% aproximadamente).
- Fibra: Ambas semillas son excelentes fuentes de fibra soluble e insoluble.
- Proteínas: El lino proporciona aproximadamente 18g de proteína por 100g, similar a la chía.
- Lignanos: El lino es la fuente más rica conocida de estos compuestos con propiedades antioxidantes y estrogénicas suaves.
Para aprovechar al máximo sus nutrientes, es recomendable moler las semillas de lino justo antes de consumirlas, ya que enteras pueden pasar por el tracto digestivo sin ser aprovechadas completamente.
Frutos rojos locales frente a los exóticos
Mientras las bayas de goji o el açaí recorren continentes hasta llegar a nosotros, nuestras moras, frambuesas, arándanos y fresas locales ofrecen perfiles nutricionales excepcionales:
- Las moras silvestres locales son ricas en antocianinas, vitamina C y manganeso, con potentes propiedades antioxidantes.
- Los arándanos cultivados en la cornisa cantábrica destacan por su contenido en pterostilbeno y proantocianidinas, beneficiosos para la salud cardiovascular y cognitiva.
- Las frambuesas locales aportan fibra, vitamina C y compuestos antiinflamatorios.
Estos frutos, cuando se consumen de temporada y proximidad, no solo conservan mejor sus nutrientes sino que suelen tener un sabor superior al haber madurado naturalmente en la planta.
Avena y cereales locales VS quinoa
La quinoa, pseudocereal andino, tiene un perfil nutricional destacable con todos los aminoácidos esenciales. Sin embargo, nuestra avena local no se queda atrás:
- Proteína: La cantidad de proteína que aportan es similar.
- Betaglucanos: Presentes en la avena, estos compuestos han demostrado beneficios para la salud cardiovascular y el control glucémico.
- Minerales: La avena es rica en magnesio, fósforo y zinc.
- Precio: La avena local suele costar 3-4 veces menos que la quinoa importada.
Otros cereales tradicionales mediterráneos como el farro o la espelta también son alternativas nutritivas y sostenibles.
Frutos secos mediterráneos
Mientras consumimos nueces de macadamia australianas o de Brasil, olvidamos que España es uno de los mayores productores mundiales de almendras y otros frutos secos:
- Las almendras españolas son ricas en vitamina E, magnesio y grasas saludables.
- Las nueces nacionales aportan ácidos grasos omega-3 (ALA), antioxidantes y proteínas vegetales.
- Las avellanas del noreste peninsular son excelentes fuentes de vitamina E, cobre y manganeso.
Además, las piñones, pistachos y castañas de producción local completan una oferta de frutos secos mediterráneos con perfiles nutricionales excepcionales y menor huella de carbono.
Legumbres tradicionales: superalimentos de siempre
Nuestras legumbres mediterráneas merecen el título de superalimentos por derecho propio:
- Los garbanzos tienen un contenido proteico y aminograma similar a la soja (alrededor del 20%) y son ricos en hierro y folatos.
- Las lentejas destacan por su aporte de hierro, zinc y vitaminas del grupo B.
- Las habas frescas, tan propias de nuestra gastronomía, aportan proteínas y fibra.
Las variedades locales como la lenteja pardina de Tierra de Campos, el garbanzo de Fuentesaúco o la judía del Barco de Ávila no solo son nutritivas sino que forman parte de nuestra biodiversidad agrícola y patrimonio gastronómico.
Lo importante: priorizar la alimentación vegetal
Si bien este artículo se centra en primar los alimentos locales frente a los importados, lo verdaderamente crucial desde una perspectiva tanto de salud como de sostenibilidad es aumentar la proporción de alimentos vegetales en nuestra dieta.
Las evidencias científicas actuales señalan que las dietas basadas predominantemente en vegetales están asociadas con menor riesgo de enfermedades crónicas, incluyendo cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Simultáneamente, reducen significativamente la huella de carbono, el uso de agua y la deforestación asociada a nuestra alimentación.
Consumir local es la guinda del pastel: una vez que hayamos incrementado el consumo de plantas en nuestra dieta, optar por variedades locales y de temporada maximiza los beneficios tanto nutricionales como ambientales.
Conclusión
No se trata de demonizar los superalimentos importados, que pueden tener cabida ocasional en nuestra dieta, sino de reconocer que muchas veces pagamos precios exorbitados por productos exóticos mientras ignoramos otros tesoros que tenemos muy cerca. Como nutricionista, mi recomendación es que tu alimentación esté compuesta principalmente por vegetales integrales, variados a ser posible, priorizando las opciones locales, de temporada. Nuestro cuerpo y nuestro planeta lo agradecerán.