La relación que tenemos con la comida es un aspecto fundamental de nuestra vida diaria, y a menudo subestimado. La forma en que interactuamos con los alimentos no solo afecta nuestra salud física, sino también nuestra salud mental y emocional. En este sentido, es crucial cultivar una relación equilibrada y saludable con la comida, entendiendo que su propósito va más allá de simplemente satisfacer el hambre: también es una fuente de disfrute y de placer.
En primer lugar, es importante reconocer que la alimentación es una necesidad básica para el cuerpo humano. Los alimentos nos proporcionan los nutrientes y la energía necesarios para funcionar correctamente, mantenernos activos y llevar a cabo nuestras actividades diarias. Por lo tanto, debemos concebir la comida como un combustible que nos impulsa. Es esa gasolina que te permite moverte, estudiar, trabajar, leer, reírte, pasear y bailar.
Pero va mucho más allá de ser meramente una fuente de energía: disfrutar de una comida deliciosa es una experiencia que puede elevar nuestro estado de ánimo y mejorar nuestra calidad de vida. Es por eso que es importante permitirnos disfrutar de los alimentos que nos gustan, sin sentirnos culpables por hacerlo. Simplemente se trata de reconocer nuestras señales de hambre y saciedad, lo que nos apetece y conocer lo que es más saludable para nuestro cuerpo. Y, en base a ello, basar nuestras elecciones.
Por otro lado, es igualmente importante evitar caer en comportamientos extremos, como los atracones o las restricciones excesivas. Darse un atracón de alimentos, sean poco saludables o saludables, puede tener consecuencias negativas para nuestra salud física y emocional, mientras que restringirnos constantemente puede generar sentimientos de ansiedad y culpa en torno a la comida. Definitivamente, los ciclos de restricción-atracón no son la solución.
En lugar de adoptar una mentalidad de todo o nada, es crucial encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de la comida con consciencia. Esto implica aprender a escuchar las señales de nuestro cuerpo y atenderlas. Atenderlas no siempre será ir a comer ese croissant de chocolate porque me ha apetecido, sino quizás decidir no comerlo porque sé que estoy lleno/a y que es un antojo pasajero, pero que en realidad no me apetece tanto.
Para mejorar nuestra relación con la comida, es útil practicar la atención plena al comer, lo que implica volcar completamente nuestra atención a los sabores, texturas y sensaciones que experimentamos mientras comemos. Como te podrás imaginar, esto no puedes hacerlo mientras ves la tele o revisas Instagram. Deja los dispositivos digitales fuera del alcance mientras comes y céntrate en el momento y en las sensaciones que te transmite eso que estás comiendo.
En resumen, cultivar una relación saludable con la comida es fundamental para nuestro bienestar general. Esto implica ver la comida como una fuente de nutrición y energía, pero también como una fuente de placer y satisfacción.