Transporte VS origen: ¿qué importa más?

Si hablamos del impacto medioambiental de los alimentos, predomina la creencia popular de que lo más importante es comer local. Es decir, que el transporte es el factor más determinante en cuán contaminante e impactante sea un producto. Esta creencia está fuertemente influida por la cantinela que hemos escuchado una y otra vez de «local y de temporada». Como si fuera una canción se ha repetido de forma infinita, acompañada de otros consejos tibios e ineficaces como  «cierra el grifo al lavarte los dientes» o «apaga la luz cuando salgas de la habitación». Y es que los tildamos así, de tibios y blandengues, porque el impacto que suponen es prácticamente nulo en comparación a lo que podemos lograr con otras acciones. Por ejemplo, actuando sobre el origen y siguiendo una alimentación más vegetal.


Dentro de todos los factores que influyen en el impacto medioambiental de los alimentos, el origen (animal o vegetal) es, de lejos y con ventaja, el más importante. De media, el 80% del impacto ambiental de los alimentos se atribuye a la producción en sí misma (donde importa si es animal o vegetal). Pero estas cifras se acrecientan en alimentos como la carne de vacuno, donde el 99% de su impacto se atribuye a estas fases de producción, y  solo un 1% se explica por el transporte (Sánchez García, 2021).


Los alimentos de origen animal han de recorrer un camino mucho más largo que los vegetales. Para consumir una ternera primero se ha cultivado la soja que luego constituirá su pienso (aquí hay consumo de agua, de tierra, de fertilizantes, de pesticidas…), luego esta soja se procesa para formar el pienso (gasto de energía y más recursos), se transporta hasta donde esté el ganado (consumo de energía, emisiones) y se los alimenta. Una vaca, dado su tamaño, consumirá cantidades inmensas de pienso, para luego solo aprovechar como alimento el 30% de su peso .  Además, el ganado ocupa una superficie de tierra muy importante, tierra que se ha sometido a deforestación y se está dejando de usar para otros fines como es la plantación de árboles que capten CO2 y contribuyan a mitigar la crisis climática. Consumen también agua y emiten metano a través de sus gases. Luego – sin entrar en las deplorables condiciones en las que se encuentran estos animales y el incansable maltrato al que se les somete – se transforman y procesan estos alimentos para que abras la nevera y tengas la leche y el filete esperándote.


En cambio, los alimentos vegetales carecen de tantísimos intermediarios. Primero se cultiva (uso de agua, tierra, fertilizantes y pesticidas), se da un mínimo procesado y se consumen. Chim pun, tan sencillo como eso. Por todo esto es que los alimentos de origen animal suponen un impacto mucho mayor que los vegetales.

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