Hoy en día la creatina (Cr) es una de las ayudas ergogénicas más usadas por deportistas a todos los niveles (Vandenberghe et al., 1996; Vega & Huidobro E., 2019). Es conocida por su efecto positivo sobre la hipertrofia muscular (HM), el rendimiento en ejercicio anaeróbico, en la fuerza y en la recuperación muscular.
La Cr fue descubierta en 1832 por Michel Eugene Chevreul a partir de un extracto de músculo esquelético. Su nombre deriva del griego κρέας (kreas), que significa carne (Williams, Kreider y Branch, 1999). Se propuso como ayuda ergogénica en 1992, cuando Harris y sus colaboradores demostraron por primera vez que la suplementación oral de Cr puede aumentar el contenido muscular de Cr y aumentar la fuerza muscular (Hespel y Derave, 2007).
Desde ese momento los estudios sobre los efectos ergogénicos de la Cr no han parado de aumentar, convirtiéndose en la actualidad en un suplemento con evidencia científica A según el Australian Institute of Sport, que clasifica los suplementos en cuatro grupos (A, B, C y D) según la evidencia científica y otras consideraciones prácticas que determinan si un producto es seguro, efectivo y está permitido como ayuda ergogénica. La categoría A se refiere a los suplementos aprobados, que aportan energía o nutrientes, con beneficios comprobados científicamente (AIS, 2009).
La Cr es un ácido orgánico nitrogenado sintetizado a partir de arginina, glicina y metionina. El organismo obtiene un gramo al día por síntesis hepática y otro gramo a partir de la alimentación. Sus principales fuentes dietéticas son el arenque, la carne de vacuno, el cerdo y el salmón. El 95% de la Cr se almacena en los músculos (Vega y Huidobro, 2019) y, de esta, el 33% se acumula en forma aislada y el 67% como fosfocreatina (PCr) (Bonilla Ocampo, 2013).
Hoy día, es conocida por ser un suplemento con efecto positivo sobre la hipertrofia muscular (HM) (Nissen & Sharp, 2003), el rendimiento en ejercicio anaeróbico, la fuerza y la recuperación muscular (Hummer et al., 2019; Vandenberghe et al., 1996). La Cr actúa especialmente a nivel del sistema energético de los fosfágenos, que es el utilizado por el organismo en esfuerzos de corta duración (3-15 segundos) y alta intensidad. La enzima creatínquinasa desfosforila la PCr, liberando un fosfato que se une a una molécula de ADP, regenerándola hasta ATP. En condiciones normales, la concentración de PCr disminuye rápidamente tras el inicio de la actividad, dando lugar a la fatiga. En cambio, en caso de suplementación, al comenzar la actividad con una dosis elevada de PCr, esta deja de ser un factor limitante, mejorando la recuperación y el rendimiento (Hummer, Suprak, Buddhadev, Brilla y San Juan., 2019; Kaviani, Shaw y Chilibeck, 2020). En relación a la resíntesis de ATP, se hipotetiza que la suplementación pudiera aumentarla hasta en un 30% (Vega y Huidobro, 2019). Además, el efecto beneficioso del suplemento no se debe únicamente a la más rápida resíntesis de ATP, sino también al efecto tamponador de la PCr sobre los iones hidrógeno intracelulares, reduciendo así la fatiga muscular (Burke, 2009).